Orígenes X, por Jair
Como dice Jair, en el espacio X somos todos unos perros de reserva, excepto el padrino, que sería como un oso de reserva. Con poco presupuesto siempre hay alcohol de reserva.
Jair y El Padrine tal vez son dos de los más hijos de puta que conozco, sus sueños son tan grandes como su necesidad de volar.
Además está Valdez, el Kolas, Martoccia, Humberto, David, Lev, la Máscara, puta un chingo de cabrones que estamos conectados por alguna razón que poco a poco iremos descubriendo.
Y las viejas.... siempre las viejas.
No quiero escribir más porque quiero que lean el comentario que hizo Jair sobre aquellos orígenes del espacio x, una probada de deliciosa nostalgia.
Comentario inicial:
Sucede que como las cosas buenas la idea de Espacio X nació de una borrachera. No sé cuál y no sé tampoco dónde ni qué dijimos exactamente, pero recuerdo que nos causó una de esas alegrías que uno siente cuando, aunque sea muy en el fondo, sabe que no se es tan pendejo.
Aclaración: ésa es una de las cosas que uno cree, no es que sea cierto. Aunque en nuestra defensa debo decir que al final de cuentas, importa más lo que uno se inventa.
Resultado: Tiempo después estábamos al aire.
Pero me gustaría ir un poco más atrás, cuando conocí al Jorge, al Padrine y a mi hermano el Cristian.
Hablaré anecdóticamente:
Al Jorge (las mujeres le dicen el Yorch) como a todo el mundo al final de la década de los noventas, la moda había dañado su dignidad: utilizaba un paliacate en la cabeza.
Por lo cual le decíamos El Garibaldi (nefasto grupo popero mexicano) y otros motes que no recuerdo, todos ridículos y torpes como es natural.
Nuestra hermandad comenzó en una divertida temporada de springbreak pero dejaré que sea él quien lo cuente.
El caso es que El Jorge, El Colas, etc.. terminó siendo el productor de Expacio X.
Cada que había corte hacía la misma señal con la mano que utilizaba Raúl Velazco cuando decía: aún hay más.
Cosas que le aprendió al Oscar Cadena.
JAajajajajajaja
El Padrino se ganó mi respeto (aunque seguido lo pierde) cuando se coló en una fiesta a la que nadie se había molestado en invitarlo: la mía.
Entonces yo ya tenía una corta pero desgastante carrera en la vida nocturna de Cancún y en esa época una mujer estaba abandonándome, cuando de pronto me vi bebiendo con El Padrine y platicando de ella como si siempre hubiésemos sido cuates. El padrino que tiene ideas muy irresponsables con respecto a las mujeres (les escribe poesía) supuso que entre más bebiéramos más pronto pasaría la tormenta.
Y eso hicimos
Aunque la tormenta no pasó.
No inmediatamente, ni por completo, quiero decir.
Pero estábamos bebiendo juntos.
Como una de esas cofradías de los libros que nos gustan tanto.
Y luego es más fácil porque uno da por perdidas a las mujeres sin darse cuenta. Nomás porque sí.
Para entonces ya nadie nos sacaba de la noche.
Éramos un par de kamikases
A mi hermano Cristian tengo la impresión de haberlo conocido mucho antes de lo que parece. En realidad nos conocimos en una peda, como siempre, en la que después, (cuentan, no lo recuerdo) fuimos a un putero a enamorar señoritas.
Esa es la versión.
Aunque eso de enamorar señoritas me parece excesivo.
Luego vino todo lo demás. Con los viajes por el sur de la República Mexicana. Con las noches en Cancún y todo eso que nos hace sentir tipos duros.
Como perros de reserva.
Es decir, no por casualidad nos temen en los bares.
Pues eso somos: perros de reserva.
Aclaración:
Debo decir que en toda esta historia hay todavía una buena cantidad de locos que irán conociendo, lo quieran o no.
Quedan invitados:
Lev, al Jorge Valdez, al Hugo Martoccia, el Víctor Ávalos (alias Ratatá, al que a veces extrañamos y seguro nos extraña) a La Máscara, al David al Carlitos y un montón de mujeres que nos fueron sucesivamente provocando tormentas de polvo en el alma.
Jair
No hay comentarios.:
Publicar un comentario